Investigando cripto transacciones

Definitivamente nuestro mundo se ha transformado en los últimos 50 años de forma acelerada, para volverse mucho más digital. A finales de la década de los 70s y principios de los 80s las computadoras personales acercaron esa transformación a muchos hogares. Prácticamente 5.4 billones de habitantes a nivel mundial de los 7.9 billones que habitamos este planeta poseemos una conexión a Internet¹. Actualmente, América Latina ocupa el tercer lugar a nivel mundial con una penetración de aproximadamente un 80.5% del total de su población.

Por otra parte, aprovechado los beneficios del Internet, la humanidad ha construido una serie de servicios digitales que dinamizan nuestra economía, el entretenimiento, la academia, la salud y tantas otras disciplinas, haciendo nuestras vidas cada vez más sencillas y al alcance de un clic.
Las criptomonedas han sido una de esas tecnologías que han crecido de forma acelerada para construir un sistema financiero global alternativo, con una capitalización de mercado de aproximadamente 958 billones de USD.

Este tipo de tecnología se ha popularizado debido a que los flujos entre las partes se ven reflejados prácticamente de forma inmediata, reduciendo los costos transaccionales en comparación con los sistemas financieros tradicionales al no requerir de intermediarios financieros.

Estos llamados activos digitales, utilizan un sistema de criptografía robusto para asegurar cada una de las transacciones, controlar la creación de unidades adicionales y verificar la transferencia de activos mediante el uso de registros contables distribuidos entre los distintos agentes económicos que forman parte del ecosistema.

Esta moneda digital o criptomoneda, funciona con una base de datos descentralizada basada en una cadena de bloques (o blockchain en inglés) para llevar el registro de transacciones, similar a un libro contable completamente público².

Sin embargo, al igual que cualquier activo o bien generalmente aceptado como medio de pago o intercambio por parte de los agentes económicos, está sujeto a una serie de consideraciones que proponen diferencias y similitudes con aquellas monedas de curso legal en una nación.

Este tipo de monedas se basan en la confianza entre las partes para ser intercambiados por bienes y servicios. Sin embargo, la diferencia principal radica en que el dinero de curso legal o fiat, es un bien público que se encuentran avalado por leyes y regulaciones generalmente controladas por los bancos centrales o equivalentes en una nación, los cuales tienen la responsabilidad principal de regular y controlar la política monetaria.

En América países como Argentina, Chile, Brasil, España, México, Venezuela y Estados Unidos, han legalizado el uso de criptomonedas convirtiéndolas en una opción muy atractiva para sus habitantes. Sin embargo, las criptomonedas también se han convertido en una opción para el ciber crimen organizado, permitiendo financiar actividades como el lavado de activos, la compra y venta de armas, sustancias ilícitas, pornografía, la venta ilegal de información y hasta la contratación de servicios criminales como ciber ataques a tecnologías de información y operación en mercados completamente digitales³.

Esta situación representa un reto importante para las organizaciones financieras, supervisoras, policiales, así como de seguridad e inteligencia nacional. A diferencia de los sistemas financieros tradicionales y de curso legal, las cuentas asociadas con criptomonedas no revelan información confidencial al momento de realizar una transacción, permitiendo transacciones prácticamente “anónimas”.

Muchos consideran que es más fácil dar trazabilidad al dinero fiat que a las criptomonedas y no pueden estar más equivocados acerca de esto. Cada vez que creamos una unidad de dinero fiat, este puede pasar de mano en mano y esa trazabilidad no queda registrada en ninguna parte, lo cual dificulta controlar y registrar ese flujo a través de todos los participantes del ecosistema en una línea de tiempo.

Sin embargo, cuando de criptomonedas se trata, la totalidad de esa trazabilidad queda completamente registrada en la cadena de bloques. Es así como cualquier persona puede investigar no sólo cualquier transacción realizada, sino las billeteras por las que cada unidad o subconjuntos de dichas unidades han pasado desde su creación hasta cualquier momento requerido en el tiempo.

Un mercado maduro de criptomonedas cuenta con un alto grado de aceptación para el intercambio por bienes o servicios. Aún así, en algún momento del tiempo, alguna persona podrá requerir convertir unidades o subconjuntos de cripto monedas en dinero fiat, para lo cual acudirá a los servicios de una casa de cambio.

Este tipo de decisiones permite en muchas ocasiones llegar a la identificación de una persona, que nos puede ayudar a realizar una investigación reversa sobre la cadena de bloques, permitiéndonos comprender todos los flujos por los que esa criptomoneda ha pasado llegando a identificar al o los dueños de billeteras digitales que se creían completamente anónimas.

La interacción entre mercados tradicionales y emergentes le permite a los investigadores criminales realizar estudios a partir de tan sólo un número de billetera digital, accediendo a todo el flujo de información histórica registrada en una cadena de bloques.

Productos como Ciphertrace facilitan este tipo de procesos de investigación, analizando y relacionando todos esos flujos entrantes y salientes de cripto activos en una billetera o cuenta digital, hasta llegar a asociarlos con una persona y a partir de allí poder realizar las investigaciones correspondientes y si fuera el caso solicitar justificar el origen de dichos cripto activos.

Por tanto, los países ya cuentan con herramientas para investigar este tipo de activos y aprovechar los beneficios que pueden llegar a generar a la economía de una nación. Sin embargo, se requiere trabajar en marcos legales que propicien un ambiente de legalidad y confianza al ecosistema, transformando los retos en oportunidades más económicas y competitivas.

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